22 de marzo de 2018

Comunicado: No mires para otro lado, fue el Estado



¿Qué pasó con la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado?
¿Qué pasó con el asesinato de Rafael Nahuel?
¿Qué pasó con el asesinato de Marielle Franco?
¿Qué pasó con los archivos robados en el GIAF?
¿Qué pasó con la búsqueda de nuestros compañeros y nuestras compañeras desaparecidas?

La impunidad de los Estados es moneda corriente en nuestras sociedades. Los aparatos represivos continúan su labor de amedrentar a la militancia social y a la resistencia popular que se organiza, implantando el terror y la muerte. Por eso, estas avanzadas represivas en los países vecinos y las amenazas por nuestros pagos que terminan encajonadas en la inacción de la justicia, tienen ese claro objetivo. Por suerte, las movilizaciones en Brasil por el asesinato de Marielle y en Argentina por Santiago y Rafael demuestran que los pueblos no se callan, piden justicia y ponen la responsabilidad donde es debido, en los Estados.

El asesinato de Marielle Franco en Río de Janeiro es terrible por donde se lo mire. Pero hay algo que es notorio y funesto a la vez: la vuelta de los escuadrones de la muerte. El Terrorismo crudo y duro. Haciendo ejercicio de la memoria, que constantemente es necesario, Brasil dio el golpe de Estado  en 1964 y comenzó una matanza de militantes tremenda. Ya coordinando con EE.UU y armando el Plan Cóndor, acá en el pachecato se instalaron los escuadrones de la muerte, donde militares, policías y civiles asesinaron compañeros y compañeras militantes  implantando el terror para atemorizar al movimiento popular que venía creciendo rápidamente en combatividad para cambiar el sistema.

No fueron compañeros al azar, eran militantes identificados con mucha llegada a las masas (estudiantiles, trabajadoras y desocupadas) que la represión estudió y calculó mediante las infiltraciones y la inteligencia en su conjunto. Los escuadrones siguieron su funcionamiento ya institucionalizados luego de los golpes en toda la región. La represión utilizaba autos civiles, falsificaba chapas, licencias, documentos de identidad, para luego asesinar, secuestrar y torturar a compañeros y compañeras de forma clandestina. Paraguay arrancó con Stroessner, pero Brasil comandó la coordinación, siguieron los escuadrones del pachecato acá, la triple A de Perón en Argentina y luego Pinochet en Chile.
Las dictaduras “demócratas” burguesas se empiezan a sacar la careta. Por eso la desaparición y asesinato de Santiago por parte de Gendarmería, el asesinato de Rafael por Prefectura en Argentina y ahora el asesinato a Marielle con balas de la Policía Federal brasilera. Pero es en este último caso donde cambia el modo de operación. Si bien las muertes de Santiago y Rafael tienen una clara represalia a las comunidades Mapuches y la de Marielle se puede intuir que es a la organización de las Favelas y a una posición de la izquierda en Brasil con un discurso crítico al aparato represivo y el sistema capitalista, tanto Santiago Maldonado como Rafael Nahuel no eran el blanco en sí, sino la comunidad. En el caso de Marielle eso cambia, ella era el blanco.

El mecanismo de escuadrón de la muerte nunca se terminó, lo utilizaron para otras cosas, otros objetivos, en Brasil las favelas por ejemplo. Lo que vuelve ahora es el terrorismo político con viejas prácticas que se reeditan, no porque sí, sino porque los conflictos sociales se elevan, la lucha se agudiza, los pueblos se empoderan y la estructura tambalea. La reacción es aterrorizar con la muerte.
Nos solidarizamos con la lucha de compañeros y compañeras en Brasil y Argentina para que la impunidad del Estado se quiebre de una vez y continuamos firmemente con nuestra peleaen esta región para que la muralla de la impunidad caiga.

¡Ni olvido ni perdón!
¡No mires para otro lado, fue y es el Estado!

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